martes, 18 de agosto de 2015

Microrrelatos de agosto ( III )



OLIMPOS




Momento 1 : Hermenegildo....



La cocina era un hervidero de idas y venidas entre ruidos de platos y cacerolas avivado por exquisitos aromas y olores procedentes de los fogones. Alejado de aquella estancia siempre viva y acogedora se encontraba el salón noble que, ornamentado para la ocasión, iba acogiendo a las numerosas personas invitadas a la ceremonia  anunciada para las doce.
Situado en lugar destacado, don Hermenegildo Ortiz de la Peraleda  y Montes de Pinares, les iba recibiendo con su habitual semblante impasible. Esa mañana, y por expreso deseo de su mujer, lucía  el traje impoluto y enmedallado de aquellos tiempos de añoranza en que aún ejercía con mando en plaza.
Cuando llegó el Arzobispo ataviado con su pomposa y almidonada vestimenta barroca, don Hermenegildo, sin inmutarse, permaneció hierático  ante su saludo cortés, acostumbrado como estaba a guardar las formas y el protocolo militar en momentos solemnes.
Abriéndose paso entre las personas que le agasajaban, su primogénito, se le acercó llevando en sus manos el antiguo sable de gala con apasionada ostentación. Con mirada orgullosa se cuadró ante su padre, lo colocó despacio sobre su cuerpo y cerró el ataud  para siempre.




Momento 2 : Elvira.....



Una mosca no invitada y ajena al protocolo, trataba de acariciar con sus inquietas patas la excesiva caja de caoba. Un silencio sepulcral, roto con fugaces y frías miradas de reojo, invadió el salón como cuando en un estadio se espera el inminente pistoletazo de salida para la prueba final.
Don Hermenegildo, concentrado en su mundo oscuro y con la respiración contenida, estaba presto para su salto definitivo al Olimpo de los sótanos enmohecidos en su ilustre panteón familiar con su inseparable sable como única compañía por si fuera necesario su empleo en gestas y andanzas venideras.
Horas después y finalizado el acto, el comedor de invitados, ya preparado, iba recibiendo  a los insignes comensales.
No sé si a Hermenegildo le habría gustado su propio silencio como hacía siempre que tomaba decisiones. El caso es que esta ocasión, su mudez definitiva, le sirvió a ella de eficaz excusa para que por primera vez, y sentando precedente,  Hermenegildo le cediese la presidencia de un acto: en este caso, el banquete largamente esperado de su perdurable  despedida.
Doña Elvira- para los allí presentesviuda de -, suplente perenne en el banquillo y jamás estrenada  en estos y otros menesteres, se levantó del sillón, les miró con disimulado desprecio  cuando se pusieron  en pie, alzó su copa y con una sonrisa  interior, brindó. ( Por ella).
La ausencia vitalicia de Hermenegildo la acababa de instalar en las deseadas cúspides del Olimpo de la vida.

( JAEM )


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy original ,sin duda es lo que más me ha llamado la atención .La sorpresa que produce en el lector que se va imaginando por las descripciones del personaje una situación y luego con pocas palabras se da cuenta de que es otro escenario diferente.

JAEM dijo...

Gracias por tu comentario. La imaginación siempre es libre. Y las palabras, nos permiten imaginar y hacernos creer realidades y situaciones dispares. Basta una palabra clave para dinamitar una descripción que la va haciendo el que escribe pero también el que lee.
Un hermoso juego, al fin y al cabo.

AGL dijo...

Los vas bordando... Cada vez mejores.

Anónimo dijo...

Brillante relato, lleno de matices, capaz de poner todos los sentidos al servicio de su lectura. Personajes aún vigentes a pesar del correr de los tiempos. Inesperado desenlace y sorprendente final, que nos deja con una sonrisa cómplice hacia el personaje de doña Elvira.
Nene, tu vales mucho. A.M.P.

JAEM dijo...

AGL : Para mi es un placer compartir un escrito. Simplemente compartirlo. y llegar a llegar a confluir, de alguna manera, en sentimientos comunes. Gracias por tu lectura y agradecido por tu comentario. A leerlo, evidentemente, miro para otro lado.

Anónimo: Siempre hay un momento, una oportunidad, para zambullirse en la vida con mayúsculas. Nunca es tarde.Nunca. Saborear un minuto de gloria o mirarse al espejo con decisión y valentía, tiene la energía suficiente para ahogar etapas grises. Muchas gracias por tu comentario y por la sonrisa que me ha provocado, acordándome de García Tola y Carmen Maura en un inolvidable programa de TV.