domingo, 21 de febrero de 2010

El dedo de España

En estos días en los que se celebran en tanto lugares los carnavales, aquel viejo tópico de la España de “charanga y pandereta” se ha reeditado en su versión de “peineta y malos modos”. El “dedo”, el “dedo de España”, el dedo de D. José María Aznar…

El mismo dedo que nombró a Rajoy, el que apuntaba (con muy malas intenciones…) a Felipe González con aquello de “váyase…”, el dedo que nos metió en lo de Irak…

Ese mismo dedo que, en aquel “¿Diálogo? entre un griego y un romano”, del Libro del Buen Amor, como metáfora de la cultura contra la barbarie, tantos problemas ocasionó.

Ese dedo (de España cañí y de derecha rancia) que, a lo mejor con intención, le ha metido de rebote a Rajoy en el ojo. Y que nos lo ha metido un poco a todos.

Quiero recordar aquí lo de Quevedo: “No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo. ¿No ha de haber un espíritu valiente? ...”

Tendrá que haberlo. Ya está bien de dedos chulescos, de dedos amenazantes. “¿No ha de haber un espíritu valiente?”, como decía Quevedo ante “esos dedos”… Tiene que haberlo.

martes, 16 de febrero de 2010

Jerez de la Barrena

El pasado domingo 14 de febrero, el Diario de Jerez publicaba una entrevista de F. Sánchez Múgica a Pedro Pacheco que ha sido muy comentada en la ciudad. Las declaraciones de quien fuera alcalde durante tantos años, siempre son leídas con atención ya que tanto sus detractores como sus incondicionales, están muy pendientes de lo que pueda decir o hacer, de leer los titulares de trazo grueso que siempre proporciona o de escudriñar entrelíneas para entresacar los “tiritos” a los que acostumbra.

Personalmente, leí también con atención esta entrevista, como leo también otras muchas que se realizan a quienes tienen o han tenido que ver con la marcha de la ciudad en los últimos años. Si he de ser sincero, la entrevista me defraudó ya que eché de menos algunas preguntas (y un “espejo” en el que reflejar ciertas contestaciones) y también me parecieron cortas (y más cosas) algunas respuestas.

Al margen de esa ocurrencia del “Psoe sano”, que P. Pacheco soltó para facilitarle los titulares al entrevistador, me habría gustado que se hubiese hablado de proyectos, de planteamientos alternativos… ¿De qué asuntos se trató? En un rápido recuento de “ideas clave” podía verse que, en las respuestas, la palabra “ayuntamiento” sólo era mencionada en 3 ocasiones, “crisis” en 4, “paro” en 1 y “alcaldesa” también en 1. Para referirse a Pilar Sánchez, Pedro Pacheco prefiere utilizar la fría expresión “la señora Sánchez” o simplemente “esta señora”. La palabra “señora” fue utilizada en 11 ocasiones... La palabra “Psoe” (el “sano” y el “otro”) lo fue en 8.

Sin embargo, “el concepto” (la “idea fuerza” que dirían los técnicos) que más me llamo la atención fue la palabra BARRENA. Unas veces precedida por la expresión “caer en” y otras en solitario, lo de la “barrena”, parecía la palabra destinada a repetirse una y otra vez para ocupar los titulares.

Como sucede en la política nacional, también en la local vemos como la “oposición” (e incluso el “propio gobierno”) “ayuda” a resolver los problemas. Sólo faltó (y habría sido imperdonable) que se hubiese terminado hablando de Jerez de la Barrena.

Sería deseable que, más allá de la crítica política, necesaria y “sana”, (como también lo es la “autocrítica”, que tan poco practican nuestros gobernantes y ex-gobernantes) se hablara más de proyectos realistas, de medidas eficaces para salir del enorme problema que tenemos y se arrimase el hombro. Todo ello sin olvidar las causas que lo han originado, para levantarnos de una vez y no tropezar más veces en la misma piedra. O en otra parecida.

Porque si no lo hacemos, no será el Psoe o la Alcaldesa quien se caiga en BARRENA (que cada cual se las avíe con sus posibles caídas), seremos todos los que nos caigamos con ellos.

domingo, 14 de febrero de 2010

Sesenta y siete

En 1523 , el reformador Ulrico Zuinglio leía ante el Consejo de la ciudad de Zürich sus famosas “Sesenta y siete conclusiones”, tras lo cual, todo el cantón decidió abrazar la "Reforma”. Nada menos que Sesenta y siete conclusiones (67).

Convenció a muchos con su palabra, aunque como era partidario de usar las armas para extender la “verdad del Evangelio” que predicaba, murió finalmente en el campo de batalla tratando de “convencer” de otra forma a los que rechazaban sus “Sesenta y siete conclusiones” (67).

Un siglo después, en 1631, el teólogo español Zapata, formuló sus “Sesenta y siete preguntas” (67), dirigidas a una junta de doctores, por las cuales fue quemado en Valladolid. No convenció a casi nadie con sus palabras y, por lo que se ve, debieron sentarles muy mal a los “doctores de la Iglesia”, que respondieron a las “Sesenta y siete preguntas” (67) del pobre Zapata, con una sola respuesta para la que echaron mano del programa habitual: la hoguera.

En estos días, andan de nuevo dando la lata con los “Sesenta y siete” (67) y no me queda claro si se trata de preguntas (como las de Zapata) o conclusiones y respuestas (como las de Ulrico Zuinglio). Solo se que no quiero ni oir hablar del tema y que a mi no me van a convencer hablando (como Ulrico) a no ser que me quemen (como a Zapata). Si este es el horizonte de bienestar que se anuncia, aviados vamos. Para este viaje no necesitábamos las alforjas de la ¿izquierda? Que no nos vengan con la demografía, con el envejecimiento de la población, con la esperanza de vida…

Como dice El Roto (si, otra vez El Roto), ¿de que nos sirve una vida tan larga si hemos de trabajar más años?